Acoso escolar o bullying
Hoy quería hablaros del acoso escolar o bullying, con motivo del abordaje que se hace de esta situación en algunos centros escolares. Y explicar porque considero fundamental tomar medidas preventivas y de actuación en los centros escolares.
El acoso escolar se puede definir como cualquier forma de maltrato verbal, psicológico y/o físico que se produce de forma reiterada a lo largo del tiempo a un niño por parte de otro u otros. En este sentido para que se dé una situación de acoso se requieren conductas de hostigamiento (insultos, motes, hablar mal de uno, amenazar, provocar miedo, quitar objetos, obligar a hacer cosas contra su voluntad, robar, romperle cosas, palizas, lesiones con diferentes objetos, agresiones en forma de patadas, “collejas”, impedir la participación con el resto del grupo e incluso coaccionar a otros para que no interactúen con la víctima), que estas sean reiteradas, (por parte del niño acosado no se ven como algo ocasional, si no como una repetición interminable), y esta reiteración implica que los comportamientos tengan una duración en el tiempo, que puede ir desde meses hasta incluso años.
Esta situación puede provocar en el niño acosado importantes daños en su salud, algunas de las consecuencias son disminución de la autoestima, disminución del rendimiento escolar por dificultades en la atención y la concentración, problemas de ansiedad y depresión…
Por un lado quisiera destacar que, dada su definición no es necesario que se hayan producido daños en el niño acosado para que se verifique una situación de acoso, ya que esta requiere únicamente un tipo de conductas, una repetición y una duración en el tiempo. Muchos padres, llevan a su hijo al psicólogo para verificar la situación de acoso por la confirmación del daño. Pero como hemos visto en la definición, no es necesario un daño en el niño.
Sin lugar a duda, no cabe tolerancia frente este tipo de comportamientos de violencia. Sin embargo, no es raro que ante un posible caso de acoso escolar, la comunidad educativa responda diciendo que, el problema es del niño, por sus rasgos, características psicológicas o de personalidad, (aludiendo por ejemplo, que es un niño tímido, con déficits de habilidades sociales), o incluso por estilo de educación de los padres. Trasladando la responsabilidad de esta situación al niño acosado y su familia, transmitiendo al niño el mensaje de que él tiene la culpa de lo que le está pasando, que si no fuera tímido, se defendiera, no le habría pasado esto. O en otros casos no darle importancia aludiendo a que “son cosas de niños”.
Esta forma de actuar por parte de los centros escolares, no sólo no soluciona el problema, sino que lo agrava, trasladando la responsabilidad de la situación al niño y a su familia, señalándolos y dejando impunes los comportamientos intolerables. Dejando claro no solo a él, sino a los testigos y al agresor, que la única ley es la del más fuerte.
Para garantizar una buena recuperación del niño acosado y solucionar el problema, se debe garantizar un entorno educativo libre de violencia e intimidación. Sería más adecuado, disponer de un programa preventivo, evaluar y verificar si se están produciendo este tipo de comportamientos en el centro y establecer medidas para las conductas de hostigamiento y medidas de protección inmediatas para el niño o niños que sufren acoso, teniendo en cuenta que las medidas de protección no han de aislar, ni señalar al niño acosado.